viernes, 30 de noviembre de 2012

Camino de Santiago Francés - Octava Etapa

De Logroño a Nájera

Sábado, 29 de Octubre de 2011


     Qué bien lo pasamos la tarde/noche anterior. Logroño tiene mucha marcha, al menos el viernes que pasamos por allí, y la vida en las concurridas calles de tapeo nos dejaron muy buen recuerdo a todos los que disfrutamos de sus bares.

      La mañana siguiente en el albergue de Logroño, a pesar de ser sábado, me desperté a las 6:30 de la mañana gracias a la "amabilidad" de algún compañero de cuarto, que dedicó su particular toque de diana a todo el resto de la habitación donde estábamos durmiendo. Así que, una vez despierto, no me quedó otra opción que comenzar el habitual ritual de cada mañana: recoger la litera, organizar la mochila, asearme, preparar los pies con vaselina y esparadrapo para acabar vistiéndome y recogiendo el bastón. Y una vez concluido el protocolo matinal, deseé buen camino al resto de peregrinos y abandoné el albergue con destino Nájera, que me esperaba a unos 30 Km de distancia. El paso del camino de Santiago por La Rioja lo encontré muy bien representado en un artístico cartelón erguido a pocos pasos del albergue, donde pude analizar las dos etapas riojanas que tenía por delante (Nájera y Santo Domingo) antes de llegar a la Riojilla burgalesa.


     El Camino de Santiago abandona Logroño por delante de la Iglesia de Santiago. Cuando llegué a sus inmediaciones, varios peregrinos caminaban ya por delante de la fachada del templo. La ruta prosigue por la ciudad y se acerca a la portada del antiguo Convento de la Merced, actualmente sede del Parlamento de la Rioja, puntualmente protegido por un coche de la policía nacional. Bastón en mano, me afané por buscar algún agradable lugar abierto donde tomar un buen desayuno, y lo encontré a la salida de Logroño: café con leche, tostadas con tomate y aceite y zumo de naranja es con lo que decidí calmar el estómago y alimentar el espíritu esa fresca mañana.




     A las 8:15 de la mañana empecé a abandonar Logroño en dirección al Parque de San Miguel, a las afueras de la ciudad. Las primeras luces se abrían paso a través de la olvidada obscuridad de la mañana, presagiando un día soleado y agradable. Al llegar a las ultimas casas de la ciudad me encontré con Julián de Badalona y los tres de Blanes, que iban a su ritmo, paso a paso. Sin darme cuenta, pensando en mis cosas, de repente me vi solo, ya que mi ritmo era bastante mas rápido que el de ellos.  Ya nos veríamos más tarde, en Nájera, al final de la etapa.


     Las flechas amarillas me llevaron hasta el Parque de La Grajera, a poco más de 6 Km de la ciudad. Allí se encuentra un embalse, construido en 1883 sobre una pequeña laguna y que originariamente se empleó para regar las huertas que se encontraban al sur de la ciudad con el agua procedente del río Iregua que se almacenaba en él. Posteriormente el entorno se acondicionó para su uso como parque recreativo, y en la actualidad atrae a numerosos logroñeses. Se trata de una de las pocas zonas húmedas que existen en la región, hábitat de numerosas especies vegetales y animales, donde se combina el respeto a la naturaleza con la posibilidad de realizar actividades lúdicas, deportivas y de educación ambiental. En el embalse del parque de La Grajera me encontré con el matrimonio de franceses que, en cada etapa, partían siempre temprano, a quienes saludé y les deseé un buen día.


     En las inmediaciones del parque descubrí una zona de cultivo experimental, donde diferentes variedades de vides colocadas en hileras crecían unas junto a otras. Garnacha blanca, rezaba uno de los carteles identificativos... El estudio de su crecimiento, fructificación y adaptación al medio es una actividad clave para esta zona donde la agricultura y la enología tienen importancia crucial en la vida y la economía de los habitantes de la Rioja.


     Poco después, cuando la ruta llegaba a las rampas del Alto de La Grajera, un grupo de 4 ciclistas locales disfrutando de una mañana deportiva me adelantaron por la carretera. Cuando culminé el alto y volví la vista atrás, además de "ver la senda que nunca se ha de volver a pisar" (como escribía el poeta y cantaba el artista) me encontré con una bonita postal de la alargada laguna, enmarcada por los viñedos de colores otoñales y con la ciudad de Logroño tras ella. Un bosque de rebollos y encinas marcaba las lindes del camino en un día fantástico, soleado y con una temperatura ideal para andar.


     El camino continúa por el alto cerro paralelo a la autovía, donde las vallas protectoras habían sido cubiertas con pequeñas cruces de madera, quizás para ocultar la autopista que se encajaba detrás de ellas... Un toro de Osborne, el único cartel publicitario en terreno rural indultado por la ley, se alzaba altivo en lo alto de una loma, viendo pasar orgulloso a los peregrinos que se dirigían rumbo al oeste.


     Las nieblas matinales son habituales en el Valle del Ebro, pero la nube con forma de gusano blanco que me encontré flotando en el cielo sobre las montañas del horizonte me llamó profundamente la atención. Avancé varios kilómetros entre viñas, y tras salvar la A-68 por un puente, me encontré en la bajada las ruinas del antiguo monasterio de San Juan de Acre, fundado en 1185 por Doña María Teresa Ramirez, madre de Martín Baztán, obispo de Osma, y que pasó luego a ser hospital para los peregrinos que iban de camino hacia Santiago de Compostela. Tras ser destruido en el siglo XIX, su portada y dos de sus ventanas fueron trasladadas para hacer de entrada al cementerio de la cercana Navarrete, y están consideradas monumento clave del románico riojano.


     Y enseguida se ve Navarrete a lo lejos, la ciudad alfarera por excelencia de La Rioja, rodeado de viñedos de colores verdes, ocres, rojos y púrpuras. Al entrar en el pueblo las señales amarillas parecen separarse, confundiendo al viajero, y es que el dueño del albergue privado ha pintado flechas adicionales para acercar a los peregrinos a su propiedad, alejándolos así de la ruta clásica.


     El Camino de Santiago atraviesa la villa medieval de Navarrete por la calle Mayor de su casco antiguo, que por su valor histórico artístico está considerado Bien de Interés Cultural. Navarrete se convirtió en una población importante a partir del siglo XII. Como prueba de su brillante pasado hay casas y palacios adornados con blasones y escudos, donde se pueden encontrar motivos ornamentales con símbolos jacobeos. En lugares bien elegidos, diversas figuras metálicas representan antiguas escenas de la vida del pueblo, como una mujer llevando una cántara de agua sobre la cabeza o un alfarero creando una perfecta vasija en un torno de pie.


     Es obligado realizar un alto en el recorrido para visitar la estupenda Iglesia de la Asunción, templo gótico-renacentista del siglo XVI con una recia torre herreriana en el exterior y tres naves en su interior, que alberga un valioso retablo barroco del siglo XVII. En él se pueden encontrar, además de la representación de la Asunción de Nuestra Señora, numerosas imágenes de diversos santos, entre los que se identifica entre otros a Santiago el Mayor vestido de peregrino. Tras visitar la iglesia (cómo no!!!, verdad, Gabi?), continué mi camino saliendo de Navarrete a las 10:35. Un buen ritmo para los 12.8 primeros Km de la etapa de hoy.


     A la salida de Navarrete noté un poco de bajón, y ¿qué mejor que un poco de fruta madura para arreglar eso? Así que he busqué entre las vides del camino algún racimo de uvas, restos de la vendimia, y me alimenté con unas sabrosas uvas tempranillo, maduras, dulces y olorosas, para, como en los mosaicos romanos del dios Baco, reponer fuerzas gracias a ellas. Pude observar numerosas bodegas diseminadas a lo largo de todo el camino, como la que se halla en el Alto de San Antón, donde la Dinastía Vivanco, la bodega que tiene el Museo del Vino en Briones y donde me enseñaron un truco de prestidigitación con dos corchos, tiene un viñedo exclusivo.


     Mientras estaba recogiendo las uvas, pasó un peregrino ("Buen Camino!!") a mi lado, y fuimos caminando distanciados pero al mismo paso hasta casi llegar a Ventosa, donde haciendo honor al nombre del pueblo, se levantó una suave brisa que ayudó a refrescar los sudores del trayecto.


     Allí comenzamos a charlar y fuimos caminando juntos el resto de la etapa hasta Nájera. Se llamaba Juantxo, un navarro de Tudela, cazador, a quien su mujer, Paloma, había traído a Logroño para que hiciera esta etapa para luego reencontrarse en Nájera. Juantxo empleaba algunos fines de semana para recorrer el camino por etapas. Hablamos de todo un poco, y también de la vida, de la que hay que aprovechar cada instante en cuanto se presenta la menor ocasión, ya que en cualquier momento te sorprende una desgracia, como me contó les había pasado a los diferentes miembros de su grupo de amigos.


     Seguimos caminando entre viñedos, charlando despreocupadamente mientras subíamos y bajábamos suaves colinas. Nájera pronto estuvo a la vista, pero todavía lejana, y aunque parecía que estaba ahí mismo, aun nos llevó hora y media llegar hasta las afueras de la ciudad.


     A la entrada a Nájera nos encontramos con un entrañable eslogan que daba la bienvenida a los peregrinos haciéndoles sentir parte de la ciudad. Y el recorrido nos condujo hasta el puente nuevo que cruza el río Najerilla, que discurre sigiloso por el centro del pueblo. Tras despedirme de Juantxo, que había quedado con su mujer para tomar el aperitivo, llegué al albergue municipal a las 13:30. En esta ocasión el precio era "la voluntad", y pude tomar posesión de la litera asignada, una ducha reparadora y lavado de ropa, que el sol ayudó a secar tras varios días nublados. Para comer decidí ir al paseo junto al río, y mientras comía, José Luis, primo de mi madre, me llamó diciéndome que me recogería a las 7 en el albergue para ir a cenar a su merendero, y que de dormir en el albergue, "nada de nada", que esa noche dormiría en su casa de San Asensio. No pude convencerle de lo contrario...


     Aproveché la tarde para visitar el Monasterio de Santa María la Real de Nájera, desconocido para mí hasta entonces, pero que fue un asombroso descubrimiento. El monasterio fue fundado en el año 1052 bajo el mandato de don García el de Nájera, y que fue reconstruído en los siglos XV y XVI. En su interior se guardan maravillas increibles, tanto en la filigrana de la piedra como en el tallado de la madera. El magnífico claustro de los Caballeros, las esculturas y bajorelieves del sepulcro de Doña Blanca de Navarra , el panteón real con sus 30 tumbas del siglo XV, su cueva con una imagen de la Virgen de la Roca del siglo XIII y su estilizada iglesia junto con la sillería de estilo gótico-florido del coro sorprenden al visitante.









     Tras la visita al monasterio regresé al albergue para esperar a José Luis, y allí me encontré con dos de los peregrinos coreanos, asiduos protagonistas de diferentes entradas de este blog, y que comenzaron el camino en Roncesvalles el mismo día que llegué yo allí. Su simpatía siempre fue contagiosa, y aprovechamos para inmortalizar el momento en la entrada del albergue. De él no recuerdo el nombre, pero ella es Heesup Yoon, una aventurera nata.


     José Luis me recogió puntualmente y ya en San Asensio, cenamos en el merendero con todos los Ruiz junto con Urbano y familia. Los chicos de Mayte, Leire, Marta e Iker, forman un trío increíble. Una noche al calor de los sarmientos y, sobre todo, al calor de la familia, resultó ser super-agradable. Una tarde-noche inolvidable en muy buen compañía. Y de allí, ya en la fría madrugada, nos fuimos a dormir a "La Madriguera". Otro día os contaré lo del nombre de la casa a los que no os sepais la historia...


     Y así llego el final de la jornada. Al día siguiente, domingo, quedé con Felipe y Marisa por la mañana para recorrer la siguiente etapa entre Nájera y Sto Domingo de la Calzada. Iría andando junto con Felipe, ya que Marisa quedó en hacer el recorrido sobre cuatro ruedas. Pero eso será motivo para una nueva entra en el blog.

"Mañana, Najera - Sto Domingo de la Calzada. A ver como se da la etapa...    Nájera, 29-Oct-2011.



Próxima etapa: Camino de Santiago Francés - Novena Etapa. De Nájera a Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada

Etapa anterior: Camino de Santiago Francés - Séptima Etapa. De Los Arcos a Logroño


4 comentarios:

  1. Hola Alfonso, nueva entrada que estaré pendiente. Que bien te aprendiste el nombre de la coreana, ;-)
    Lo comparto por el facebook.

    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias por hacer eco de esta entrada sobre el Camino de Santiago en tu facebook. En cuanto al nombre de la peregrina coreana no fue difícil de aprender, porque otra cosa no, pero el Coreano lo domino a la perfección.... (ja, ja, ja... ;-)

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  2. Alfonso, tus entradas sobre el Camino son estupendas, y las fotos increíbles. Me traen muchos recuerdos recientes... Recuerda que eso del truco con los corchos me lo tienes que enseñar algún día. Un abrazo. M.

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    1. El truco de los corchos me lo enseñó una peregrina motera con una estupenda sonrisa, y que se reía constantemente, sobre todo cuando yo no lograba aprenderlo... Pero al final lo aprendí, y ahora te lo puedo enseñar cuando quieras, M. Muchas gracias por tu comentario. A.

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