El fin del mundo nos pillará corriendo
Por Alex CalabuigDirector Adjunto de Runner's World
En estos tiempos de crisis de valores en la que estamos sumidos, y que considero mucho más grave y profunda que la crisis económica de la que tanto se habla, resulta curios observar cómo el ser humano retorna a sus orígenes.
Los responsables de la crisis, y de que haya 25 grados en invierno y el aire sea irrespirable, somos nosotros. No podemos mirar hacia otro lado, porque nosotros, y sólo nosotros, somos los que llevamos siglos empeñados en odiar más que en amar, en contaminar el paraíso más que en respetarlo...
Lo que me llama la atención es que en medio de este panorama apocalíptico (en el que hemos decidido malgastar el tiempo en Facebook o en Twitter, y nuestras manos ya no acarician suavemente otras manos sino que aporrean tablets, iPads, iPhones, smartphones, PSP's y Wiis) ha surgido con fuerza el homo runner, ese del que hace tiempo ya nos habló el doctor Hernán Silván...
El homo runner madruga para correr, si es preciso le resta horas a su sueño para entrenar, se acuesta pronto los sábados porque el domingo ha quedado con sus amigos para participar en una carrera, mide su semana en kilómetros, combate el estrés surcando la tierra de los parques con poderosas zancadas, sueña con devorar los 42 kilómetros del maratón de Nueva York... y, por más que lo haga acompañado por un iPod, un pulsómetro, un frontal, unas gafas de última generación o las zapatillas tope de gama, consciente o inconscientemente, está regresando a los orígenes, a lo que constituía una de sus actividades fundamentales, con algo menos de ropa, hace millones de años: CORRER.
Y cuando el planeta reviente definitivamente, cuando la naturaleza decida no darnos más oportunidades, cuando el universo se canse de nuestra irresponsabilidad y llegue el fin del mundo, al homo runner le pillará corriendo. Por perder peso, por liberarse del estrés, por ganar al vecino, por sobrevivir en una terrible guerra, por mejorar la marca personal en 10K, o por el puro placer de encadenar zancadas y sentir la libertad en su estado más puro, pero cuando todo acabe, él estará corriendo.