Sábado, 19 de Octubre de 2013
Cielos azules, tiempo veraniego, sol luminoso y una compañía extraordinaria, aderezado todo por un oloroso mar Cantábrico que ha hecho que Bilbao brillase reluciente durante este fantástico fin de semana.
Pasta y merluza a la ondarresa fue el menú de la comida que precedió a un paseo por la ciudad antes de acercarnos a la zona del Museo Guggenhein, donde estaba programada la salida del recorrido de la carrera a las 9 de la noche. Un circuito por las orillas de la ría de Bilbao al que habría que dar una vuelta de 21,097 Km para el medio maratón y dos vueltas para completar los 42.195 metros del Maratón.
El ambiente era sensacional hora y media antes de producirse la salida, donde nos íbamos congregando lentamente los 6500 atletas venidos de 26 países diferentes, vestidos con camisetas diversas que daban un colorido multicolor a los alrededores del museo. El dorsal, la camiseta conmemorativa y toda la información relativa a la carrera había sido recogida con anterioridad en la Feria del Corredor de Bilbao.
La preparación de toda la infraestructura era exquisita. Cientos, quizás miles de voluntarios, se distribuían diligentes a lo largo de todo el recorrido. Los tubos para los Fuegos de Artificio que estallarían en el oscuro cielo a la hora de la salida estaban preparados sobre la ría en la pasarela peatonal situada frente al Guggenhein.
Poco a poco se acercaba la hora de la salida, y me separé de mis acompañantes para ir a calentar durante un rato antes de empezar a correr. Y allí me encontré con "Las Naranjitas", cinco féminas del Club Atletismo Briviesca que iban a correr la Carrera Pirata de 7 Km, y a las que no les importó posar junto a mi frente a la salida. Otros miembros masculinos del club también se habían desplazado hasta Bilbao para correr la Media Maratón, pero no tengo fotos de ellos. Lo cierto es que tengo la foto "más guapa" de las dos posibles, ¿no os parece?
Y tras 30 minutos de calentamiento, fui buscando posiciones en el cajón de salida que me correspondía en base a los tiempos acreditados. El grupo con tiempos entre 1h:30 y 1h:45 saldrían 5 minutos después que los corredores de élite, con tiempos acreditados para el maratón por debajo de 2h:30 y sub 1h:15 para el medio maratón. Un grupo de atletas africanos despuntaban como claros favoritos. Pero allí estábamos todos, 6500 atletas cada uno dentro de sus posibilidades, concentrados y dispuestos a recorrer la distancia elegida.
La puesta en escena en el momento de la salida fue espectacular. Lenguas de fuego que se encendían y se apagaban al ritmo del 5, 4, 3, 2, 1... de la cuenta atrás, y que se reflejaban refulgentes en el titanio que recubre el emblemático museo. Y a la vez hacían explosión en el cielo una sencilla pero bien programada colección de fuegos multicolores, haciendo las delicias de los más pequeños y deseando mucha suerte a todos los participantes.
Y ese fue el preámbulo de la carrera, donde todos queríamos correr... si hubiéramos podido... Al menos esa es la sensación que me ha quedado de los primeros 5 Km de carrera. El entorno de las márgenes de la ría es muy agradable para correr, prácticamente llano, pero hay muchos puntos de estrechez, y más aún si se divide el paseo en dos carriles, uno para ir y otro para volver. Tropezones entre corredores, algún que otro empujoncito sin intención, arrollamiento de varios conos indicadores, parón del pelotón por el atasco que se produjo, imposibilidad de adelantar a corredores más lentos (a no ser que te la jugaras corriendo por las cunetas irregulares o invadiendo el carril contrario, lleno de corredores en dirección contraria)... Esa fue la tónica de los kilómetros iniciales hasta el primer puesto de hidratación.
Y a partir de allí empezó a aligerarse el pelotón. Comenzó la subida hacia la Plaza del Sagrado Corazón para dirigirnos después hacia la Plaza Moyua, donde completamos los 7 Km de carrera. Vuelta hacia la ría y tras pasar por el Guggenhein de nuevo, seguimos en busca del Puente del Arenal, junto al Teatro Arriaga, donde cruzamos a la margen derecha de la ría. Algo más de 5 km de ida hasta las cercanías de San Ignacio antes de retornar de nuevo hasta el ayuntamiento para volver a la salida por la margen opuesta tras 21.097 metros de carrera.
Hasta el kilómetro 15 todo iba bajo control, manteniendo un ritmo estable de carrera, algo más lento en los primeros kilómetros y más rápido aprovechando la única pendiente negativa del recorrido volviendo de Moyua, que me permitió alcanzar un ritmo medio hasta ese momento de 4:47.
Pero la carrera se volvió un calvario en los últimos 5 kilómetros. No se si fue el calor (25ºC) y la humedad del ambiente, o si pensé que estaba más fuerte de lo que realmente estaba. El caso fue que el regreso por la margen derecha hasta el Puente del Arenal la hice como pude, parando en algunos momentos para recuperar las pocas fuerzas que me quedaban, y bajando el ritmo de carrera en algunos tramos. En el Km 17 se produjo el primer parón, en el 18 volví a pararme de nuevo, planteándome incluso la vuelta andando, pero la cabeza es muy poderosa, y convenció al cuerpo de seguir y llegar, "aunque fuera a rastras", porque para eso habíamos venido hasta allí. En el kilómetro 20 volví a parar y rebajé el ritmo, a una media de 5:56, corriendo a la par de otro corredor que iba también destrozado, aunque todavía más que yo porque pronto le dejé atrás.
Y no sé si fue por la afición que inundaba las cercanías del museo, los ánimos del publico gritando "¡Vamos, Briviesca!", o las ganas de llegar para terminar cuanto antes, que el último kilómetro pasó en 5:09. Las cámaras de corriendovoy.com recogieron el momento en que crucé la meta, en un tiempo real de 1h:45m:04s, el tiempo que tenía como objetivo, pero no disfruté del final. En los últimos 6 Km me adelantaron más de 225 corredores, y pasó por mi cabeza el fantasma de tirar la toalla.
Si hubiera corrido desde el principio a un ritmo de 4:50 o similar, hubiera llegado a la meta antes y con más fuerza, adelantando a corredores igual que me pasaron a mí. Pero había que probarse. Los 44:08 en los 10K de la semana anterior daban pie a pensar que podría hacerse. Pero lo cierto es que la carrera fue como fue y así hay que asumirla. Al final entré en la meta en la posición 1119 de los 3134 atletas que consiguieron llegar al final, el 47 de los 360 participantes en la categoría Vet-D que aparecen en la clasificación de la carrera.
Próxima cita, una carrera clásica en la que participé al año pasado y de la que me quedé hipnotizado por el ambiente que la afición crea alrededor de todo el recorrido, sin importarles si llueve o hace sol. Nos vemos el próximo 10 de Noviembre en la 49 Behobia-San Sebastian 2013, donde tengo el objetivo de llegar disfrutando.
Coño Alfonso que agonia de kilometros finales, ¡¡que mal se pasa, por experiencia!!. Es cierto que el tiempo final hace pensar que si mantienes una media mas baja desde el principio llegas igual y mas relajado, pero coincido contigo que hay momentos en los que hay que probarse e intentarlo. Animo que esto solo ha sido un bache sin importancia.
ResponderEliminarA.Alaminos