Una noche veraniega para la primera media maratón de esta nueva temporada.
Sábado, 19 de Octubre de 2013
Cielos azules, tiempo veraniego, sol luminoso y una compañía extraordinaria, aderezado todo por un oloroso mar Cantábrico que ha hecho que Bilbao brillase reluciente durante este fantástico fin de semana.
Pasta y merluza a la ondarresa fue el menú de la comida que precedió a un paseo por la ciudad antes de acercarnos a la zona del Museo Guggenhein, donde estaba programada la salida del recorrido de la carrera a las 9 de la noche. Un circuito por las orillas de la ría de Bilbao al que habría que dar una vuelta de 21,097 Km para el medio maratón y dos vueltas para completar los 42.195 metros del Maratón.
Cáritas se beneficiará de las inscripciones a esta carrera.
Domingo, 13 de Octubre de 2013
¡¡¡Qué bien me he sentido hoy!!! Fiesta en el Paseo de la Castellana a las 9:00 de la mañana. Casi 10.000 personas inscritas en esta carrera entre el Paseo de la Castellana a la altura de Nuevos Ministerios y el Parque del Retiro, y con distancias a elegir entre 5 y 10 km.
Se trataba de un recorrido amigable, a pesar de la difícil entrada al Retiro en el Km 8 para la carrera de 10K. Y allí nos juntamos Miri, Ana, Manuel, Celia y yo junto con otros miles de personas más, casi todos vestidos de blanco con una banda en degradación de azules. Un bonito diseño el de la camiseta de este año (o al menos a mi me ha gustado). No hubo foto de grupo esta vez, porque nos encontramos en el último minuto, y luego nos colocamos en cajones de salida diferentes. Cada uno teníamos objetivos diferentes. Yo quería probarme ante las cercanas Medias Maratones de mi calendario personal.
Una fenomenal aventura compartida por las montañas asturianas de Covadonga.
El preámbulo de esta historia lo puedes encontrar en esta otra entrada.
Viernes, 24 de Mayo de 2013
El fin de semana reservado para esta aventura llegó sin darme cuenta. Todo preparado para volar a Asturias a encontrarme con Juan Carlos, con quien había organizado esta jornada cerca del mar y de los montes Asturianos.
Alcancé la T4 madrileña gracias a mi amiga Miri, que me acercó hasta ese edificio cuyo diseño siempre me recuerda a las gaviotas del emblema de los cursos de vuelo sin motor con los que disfruté en el pasado, cuando Monflorite no era todavía el Aeropuerto de Huesca.
La terminal estaba bulliciosa. Cientos de personas recorriendo los pasillos en busca de su destino final, del que les separaba una simple puerta y un avión tras ella, como a mí.